La ciudad de Marasestá situada en la carretera entre Cusco y Urubamba. Dos atracciones principales justifican el desvío; primero, las marismas saladas. Desde el período incaico se excavan miles de pozos, un poco más cada año, para extraer este precioso recurso. El paisaje es impresionante: los colores contrastan; el blanco de la sal, el verde/marrón de la hierba, las altas mesetas andinas; la otra atracción, un poco más adelante, está el sitio arqueológico de Moray: algunas terrazas incas en círculos circunscritos que se hunden en la tierra, alcanzando hasta 1,20 m de altura para cada círculo. Se cree que esto habría sido una especie de laboratorio agrícola donde se realizaron experimentos basados en los microclimas correspondientes a cada nivel de terraza. Muy impresionante, que no se puede perder.